Los cocodrilos son un símbolo utilizado a veces en la obra de Carlos Luna para representar las pacientes pero poderosas fuerzas del juicio y la responsabilidad. Cuando se coloca en una posición circular donde el cocodrilo se come su propia cola, se invocan inmediatamente las tradiciones y filosofías occidentales simbolizadas por los Oroboros. Y para agregar más contexto, Luna incrustó en el estómago del cocodrilo el símbolo de Elegguá, la deidad yoruba que observa e informa la locura y los logros humanos a lo largo de nuestro viaje entre la vida y la muerte. En su conjunto, este trabajo de múltiples capas nos advierte que recordemos que, entre otras cosas, una responsabilidad espiritual más profunda sigue siendo una fuerza inmutable durante todo el ciclo de nuestras vidas: como si un depredador esperara pacientemente entre las flores.
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